jueves, 11 de noviembre de 2021

"El disko": un recorrido indescifrablemente atractivo

 

Lo nuevo de “Cato” o “Ca7triel”, como quieran llamarlo es sin dudas una de las propuestas musicales más interesantes de este 2021 – un año lleno de lanzamientos de artistas nacionales de música urbana- Lo decimos, no tanto por su capacidad de trascender comercialmente, sino más bien desde un punto de vista conceptual. Es como él dice en alguna nota que leí por ahí, "un disco puro" y su nombre lo deja en claro ("El disko") para que no queden dudas de esa "pureza" en su búsqueda minimalista y efectiva.




Ya desde el principio nos va introduciendo en forma violenta al concepto que venimos mencionando con el tema "Muy bien" en donde se pueden apreciar unos bombos rotos al frente que te atraviesan el cuerpo al escucharlo y una letra que nos dice entre otras cosas "Me gusta ser mi propio rehén...casi siempre estoy muy bien".

Nos empezamos a sumergir en el material a partir de "Bad bitch": una canción que personalmente me hizo recordar al flaco Spinetta con los socios del desierto. Con una línea de bajo que nos marca el camino de lo que va a venir a lo largo del tema, unas voces en falsete, un estribillo en tono funk/soul, y algunos efectos de fondo que nos posicionan ante un viaje psicodélico lleno de mística.

Aparece “Shipea2” con una melodía romántica y pegadiza que nos lleva y trae magnéticamente todo el tiempo por una lírica irreverente y un cuestionamiento a la mirada ajena: "¿Qué mirás? ¿Decime qué mirá´?, pa adelante camina', te va' a caer y nadie te va a levantar, ¿qué miras qué carajo me mirás? si vos también estás enamora'...".

Por otro lado, “Uu” es lo que me sale decir cuando escucho la potencia rockera que tiene ese tema con un bajo que "te come la cabeza" y riff de guitarra muy característica de Ca7triel... que viene a decirnos desde lo sonido y la lírica..."no soporto que se olviden de mi". Y les aseguro que no es una canción de la que uno se olvide fácilmente.

¿Esperaban una baladita? "Chica maconha" nos lleva a ese terreno. "Cuando te vi a la muerte burle, casi perdí pero nunca lo dudé..." Sin dudas es un tema hermoso para dedicarle a alguien. ¿Dónde tai? En cambio entra en un lugar menos luminoso, con una base y unos efectos en las voces que se empeñan en expresar el desengaño y la ausencia.

"Keyhole" es un delirio hermoso e intenso muy al estilo cato, de esos que no se aprecian del todo en la primera escucha, recomiendo darle unas cuantas...dan ganas de estar en un boliche escuchándolo. Y de golpe, luego de tanta locura, llega "Souvenir", casi como un regalo e invitación a relajarnos e introducirnos en un soul melódico del cual Willy Crook estaría sumamente orgulloso...se me pone la piel de gallina mientras lo escribo..."hoy no será otro día gris, dejaste tu perfume de souvenir".

Voy llegando al final y no se si quiero que termine...como un buen plato o un bello viaje del cual no querés volver. "Nunca me atiende" es un tanto difícil de asimilar para el oído humano convencional. Lleno de capas sonoras, matices y un poco de enojo..."no puedo creerte, empezamos bien, pero no tan bien si nunca me atiendes". En "Sin sublow" capaz el tema que más me costó digerir, por el espesor y la profundidad del sonido van a encontrar 1'.47" de esencia pura y dura del cato más experimental.

El cierre del disco no podía ser menos con "Polvo" que nos lleva por un sinfín de estilos, colores y mucho flow...desde esa vocecita que dice "no pudiste mantener la calma, como Bart Simpson vendiste tu alma" pasando por una distorsión intrépida y un hip hop rabioso que nos viene a confirmar su merecido lugar de respeto en la escena.

"El disko" es una obra de arte por donde se lo mire y un recorrido indescifrablemente  atractivo por el pasado y el futuro, pero con el tamiz de estas épocas. Luego de escucharlo completo y varias veces puedo confirmar lo que dijo ca7riel en una de sus publicaciones, este material es realmente "lo mejor que hizo hasta ahora".

JAM


Disco completo: https://www.youtube.com/watch?v=6XY4MG2YP30&t=2s


viernes, 16 de octubre de 2020

La diferencia entre una actitud negativa y una crítica

Cuando decimos que una persona o un hecho recibe una crítica, muchas veces lo asociamos con algo negativo, que puede generar enojo en el otro o cierta sensación de incomodidad. Ahora bien, hay muchas cosas a tener en cuenta a la hora de analizar esa actitud escéptica ante la vida.

Al momento de hablar de las acciones de otras personas nos estamos posicionando en un lugar de poder o de jerarquía moral. Desconociendo además todo lo que lleva a esa persona a realizar un hecho y analizando más bien el resultado final, en una suerte de “blanco o negro” y dejando de lado los procesos que son igual o más importantes que su conclusión.

Hay proyectos que empiezan pero nunca llegan al resultado esperado y nos enseñan mucho más que los que sí lo logran. En toda esa etapa nos encontramos con distintas opiniones o personas que, por su forma de ser, nos presentan críticas constantes a lo que estamos llevando a cabo. Eso, en un punto puede desafiarnos a mejorar y en otro aspecto puede representar una “piedra en el zapato”, que desgasta o entorpece el camino que debería ser disfrutado como un “todo”.

A veces son detalles invisibles, pero con impactos enormes en el otro. No a todas las personas les afecta igual la opinión de los demás y es bueno poder percibirlo y dejar de hacerlo de ser necesario, a eso podemos llamarle empatía o “tacto”. Considero que sin dejar de respetar nuestra esencia podemos ponernos mínimamente en el lugar de otra persona o detectar si se siente molesto por una actitud nuestra.

Según su definición, la crítica es “un conjunto de opiniones o juicios que responden a un análisis y que pueden resultar positivos o negativos”. Está claro que el concepto en sí hace alusión a algo que representa una dualidad, y exige una decisión concreta de calificar algo como bueno o malo sin presencia de matices.

Ahora bien, en la vida no son todos grises y hay situaciones que exigen tomar postura sobre las cosas, eso está claro. Pero cuando intervienen otras personas y estamos analizando su comportamiento ante ciertas situaciones me parece que es mucho más complejo. Si hablamos de nosotros mismos lo considero valioso y enriquecedor en su justa medida poder tener una autocrítica y una búsqueda de mejora. Pero al momento de intervenir en la conducta de los demás, estaríamos hablando más de nosotros que de ellos.

Hay quienes dividen la crítica como constructiva o destructiva para diferenciar la intencionalidad. Yo pienso que incluso una crítica que intenta ser constructiva en un momento inapropiado puede ser destructiva. Digo esto, no poniendo en discusión la propia acción de criticar sino el contexto, la repetición y los momentos. Si una persona siempre te está marcando los errores, cuando vos no le diste lugar a que lo haga, no hace más que generar negatividad.

Considero que si uno comparte algo con otra persona está expuesto a críticas todo el tiempo y eso es entendible. En la tarea de quienes nos dedicamos a la escritura, el periodismo o el arte es moneda corriente y forma parte de ese nivel de exposición. En profesiones ligadas a las ciencias exactas no hay lugar al cuestionamiento. Y el trabajo que realiza cualquiera de esas personas es analizado con otros parámetros.

Todo lo que nos ayude a construir algo mejor es válido y necesario para nuestro crecimiento. Pero hay una gran diferencia entre eso y la negatividad vista como forma de vida en el que la queja por algo que no está a nuestro alcance se transforma en una rutina, un hábito que mal llevado nos aleja de lo que somos.


®JAM® Seguime en IG: @javimusi para enterarte cuando publico nuevos textos.

viernes, 9 de octubre de 2020

El equilibrio entre nuestra identidad y el crecimiento personal

Durante varios textos he estado hablando de la construcción de mi persona, de la búsqueda de amor propio, de actuar en línea con mis deseos personales y encontrar el equilibrio que me haga sentir bien en relación a lo que hago.

Ahora bien, considero que todo esto antes mencionado subsiste en un entorno que nos rodea y condicionado ,en cierta manera, por un contexto y una tradición. Hablo de un ambiente social - familiar en el que fuimos creciendo y que indudablemente nos define y nos atraviesa. Vivimos en sociedad y vibramos en compañía de otras personas.

Esto que estoy diciendo no es un detalle menor al momento de posicionarse en una búsqueda de maduración como persona y avance en nuestras vidas. No todos los preceptos que funcionan en otras personas van a surtir el mismo efecto en nosotros. El desafío es encontrar justamente lo que nos sirve en relación a nuestra identidad, a nuestras raíces y características propias.

Lo digo porque puede generar frustración pensar que algo que es útil para otras personas, en nuestro caso, no solo no nos ayuda sino que nos juega en contra. Esto puede ser llevado a todos los terrenos de la vida. Existe un valor intrínseco que es inevitable, cada persona es única e irrepetible. Y nadie está en nuestros zapatos.

De esta manera entiendo que nuestras decisiones nos van marcando el camino, que siempre hay que tratar de ser la mejor versión de nosotros mismos, tener deseos, respetar nuestros máximos anhelos y hacer todo lo que esté a nuestro alcance para realizarlos. Todo eso es posible al mismo tiempo gracias a lo que somos y fuimos aprendiendo a lo largo del tiempo. Con esto quiero decir que nuestras propias experiencias, bien o mal, edificaron la persona que somos.

Esas experiencias de la que hablo, son las que nos marcan la identidad, que nos muestran el verdadero sentido de pertenencia con nosotros mismos y el lugar que ocupamos al mismo tiempo en nuestro entorno. Esa construcción es nuestro pilar del cual tenemos que valernos para encontrar nuestro propio camino, tan propio como genuino.


®JAM® Seguime en IG: @javimusi para enterarte cuando publico nuevos textos.


viernes, 2 de octubre de 2020

La culpa y su efecto en nuestro comportamiento.

Algunas veces nos preocupamos demasiado en el posible efecto de nuestras acciones hacia los demás y eso nos inmoviliza, nos deja posicionados en el hecho de "pensar demasiado" y no en la propia situación de "hacer". Ese proceso puede ser inconsciente, y afectar nuestra conducta a partir del momento en el que dejamos de llevar a cabo algo que queremos por miedo a las repercusiones que pueda tener en los otros; o si ya lo hicimos, no nos permite transitar lo que nos pasa porque nos invade la idea de creer que sabemos sus consecuencias.

En mi experiencia personal, la culpa ha jugado diferentes roles, generalmente negativos porque me privó de cosas que tenía ganas de hacer o me hizo perder demasiado tiempo en pensar si estuvo bien lo que hice. En algunos casos funciona como un auto límite para no cometer errores pero a mi forma de ver, no es beneficioso porque generalmente reproduce miedos propios y surge cuando nos detenemos a mirar posibles apreciaciones de los otros que ni sabemos si van a existir o si existieron. Es un gasto de energía en algo que no está a nuestro alcance ni lo estará.

Yo lo asocio mucho a cierta falta de seguridad o construcción cultural posiblemente ligada a lo religioso, en lo cual se nos educó para castigar los errores, para solicitar perdón por lo que hacíamos y supuestamente estaba mal. En un sentido, eso complica nuestro transitar por la vida y sus aprendizajes. Animarse al error es parte de una madurez que nos enseña y nos forma como personas.

El efecto que produce la culpa se percibe en el cuerpo y en la mente y es limitante para lo que queremos hacer, nos posiciona como seres culposos o auto castigables. El camino está lleno de pozos pero hay que transitarlo y a veces para recorrerlo nos enfrentamos con nuestra propia mente que no nos deja ser libres.

Creo que en todo esto ocupa un lugar importante la comunicación, la capacidad de expresarle a las personas lo que nos sucede, para poder obtener mayores certezas sobre lo que pudo haber pasado y no suponer desde lo incierto.

Por eso considero que hay que dejar fluir lo que nos pasa y lo que sentimos, hay que expresarse de la forma que nos resulte posible, hay que trabajar en uno mismo y fortalecerse, siempre respetando a los otros, empatizando con sus historias y comportamientos, pero "caminando" firme y con convicción podremos establecernos como personas.


®JAM® Seguime en IG: @javimusi para enterarte cuando publico nuevos textos.


viernes, 25 de septiembre de 2020

Hacerse cargo de los sueños

Durante un largo lapso de mi vida adulta estuve frustrado y con falta de ánimo. Los motivos fueron varios, pero uno de los más importantes fue que estaba atravesando una crisis de sentido. No sabía porqué hacía lo que hacía y con qué fin. No tenía en claro cuál era mi lugar dentro del mundo ni a qué dedicarle mi tiempo. Básicamente no encontraba un rumbo, ni algo para hacer que me de satisfacción.

Al principio lo ví reflejado como un conflicto de prioridades, porque si bien decía que la universidad de ingeniería era lo más importante, no se reflejaba en los hechos. Cómo dije en otros textos, me la pasaba gran parte del día preocupado por "dilapidar" el tiempo en la escritura de canciones.

Por momentos me sentí también como un extraño, ya que en el  entorno en el que vivía "idealizado por mi" en general las personas no eran falibles. Cumplían las metas que se proponían, sin mediar inconvenientes. Estudiaban, trabajaban, tenían pareja y todo eso en los tiempos "estipulados".

El tema es que después de tanto batallar con estas inquietudes existenciales y en el medio de una Pandemia Mundial -en la cual me toca estar en casa la mayoría de los días de la semana- descubrí en cierta manera ese sentido que tanto busqué y me dí cuenta de lo que realmente me gusta hacer: crear, producir contenidos y vincularme con lo profundamente humano de diferentes maneras.

Si bien tengo un trabajo estable que me brinda la posibilidad de la subsistencia, sé que actualmente no me llena porque siento que no estoy utilizando mis virtudes de la mejor manera y eso es verdaderamente frustrante. Fue ahí cuando entendí  que ese trabajo es un medio que me permite lograr otras cosas y le saqué ese peso que le ponía y me producía estrés. 

Ahora que ya logré interpretar mi deseo, estoy transitando una parte fundamental que requiere mucha acción y compromiso y es la de "hacerme cargo" de eso que tanto busqué y que ahora detecté. 

Esta etapa me encuentro disfrutando del proceso pero al mismo tiempo invadido por distintos sentimientos: desde la emoción y la expectativa por lo que puede llegar a venir, hasta los miedos por la incertidumbre de los resultados y la responsabilidad de "hacer para vivir del sueño".


®JAM® Seguime en IG: @javimusi para enterarte cuando publico nuevos textos.

viernes, 18 de septiembre de 2020

El verdadero valor del dinero

Cuando era chico algunos familiares me regalaban plata para mi cumpleaños. Desde ese momento, mis papás me enseñaron que es importante ahorrar para poder progresar y la vida por momentos me fue confirmando esa teoría y por otros no. Todo esto, me llevó a preguntarme: ¿qué hacemos con ese bien material que podemos acumular y a qué precio?. ¿Cómo encontramos el equilibrio entre lo que dejamos de hacer y el costo real de ese dinero?

No pertenezco a una familia que le sobra la plata, somos 3 hermanos y mi padre siempre fue un “laburante” independiente, ambicioso y emprendedor. Un comerciante constante que supo entender los contextos y elegir los momentos. Mi madre docente profesional y de vocación: lo pude ver en sus ojos cuando volvió a trabajar de maestra después de estar en casa cuidándonos durante varios años. Mis abuelos vinieron de Italia como tantos otros después de la guerra y empezaron de cero, sin nada y superando todo tipo de adversidades que les impuso la vida en un país ajeno al suyo.

Lo cierto es que toda esta introducción me pareció interesante para darle un contexto a lo que quiero contarles relacionado a la plata y su valor porque creo que está directamente asociado. A los 19 años conseguí mi primer trabajo rentado como docente en el colegio secundario al que iba y cobré mi primer sueldo. Sería difícil describir la sensación de alegría y orgullo que sentí en ese momento, ya que comprendí lo que significaba ganar plata por mi mismo y fruto de mi propio esfuerzo. Con ese dinero me compré un bolso tipo “maletín” que me gustaba hace tiempo y usaba para ir a trabajar o a la Universidad.

A partir de aquel momento me transformé en una persona libre e independiente que tenía la posibilidad de emplear el sueldo en lo que quería. Mis padres me daban la oportunidad de no tener que aportar dinero en mi casa. Por eso, si bien la línea de comportamiento siempre fue el ahorro, trataba de darme ciertos gustos cotidianos que antes no me permitía por depender del dinero de otras personas. Si tenía ganas de comprar una gaseosa me la compraba, siempre y cuando no pierda cierto equilibrio entre lo que quería ahorrar y lo que quería usar.

Luego de cierto tiempo de estar en ese puesto, sentí que que tenía que dedicarle más energía a la facultad, dejé de trabajar e intenté avanzar los estudios. Pero no me funcionó del todo esa decisión porque entré en una etapa en la que no me sentía motivado y no encontraba mucho el rumbo. Hasta que un par de años después conseguí un trabajo de mitad de tiempo por la Universidad y volví a sentir esa sensación que extrañaba.

La vida siguió y en gran medida por el impulso de mis amigos comencé a viajar, conocer diferentes lugares y culturas y mi ahorro iba destinado a esas cosas. Esto me brindó la posibilidad de entender que existen distintas maneras de ver lo que nos pasa, a “sacarme de contexto” en todos los sentidos. A vivir momentáneamente otras realidades y en entornos diferentes y con personas distintas. Esto le puso un valor diferente a ese ahorro. Lo empecé a ver como algo más motivador y  genuino.

A partir de esa experiencia descubrí que el dinero tiene el valor que nosotros le damos más allá de lo que pueda definirnos la economía predominante. Existe una decisión diaria sobre en qué queremos destinar nuestro dinero cuales son nuestras metas para usarlo. Y existe una necesidad económica según la situación personal. En mi caso puntualmente me produce más satisfacción usarlo para ese tipo de cosas porque tengo resueltas mis necesidades básicas. Lo importante creo yo es encontrar el mejor destino de nuestros ingresos, según las prioridades que tengamos y la condición en la que nos encontremos.

Por sobre todas las cosas aprendí que la plata que gané a partir de mi propio esfuerzo tenía un valor diferente a aquella que me regalaban de chico. Y al mismo tiempo entendí la importancia de ese regalo que recibía, que me brindó la posibilidad de replantearme lo que pasaba desde una posición diferente. La sensación de libertad y satisfacción que tuve aquella vez que cobré por primera vez fue única y me demostró lo importante que es tener la oportunidad de trabajar, pero más que nada me hizo confiar en mí, sentirme valioso para el mundo en general y me hizo vivir en carne propia el resultado de mi constancia y dedicación.


®JAM® Seguime en IG: @javimusi para enterarte cuando publico nuevos textos.


viernes, 11 de septiembre de 2020

El valor de la solidaridad en nuestras acciones del día a día

A veces escucho que en algunos medios de comunicación se dice que la sociedad argentina es muy solidaria, que ayudamos cuando hay alguna tragedia o un hecho que necesita de nuestra unión como habitantes del país. Si bien ese comentario puede tener algo de cierto, porque los hechos lo han demostrado, considero que esa actitud no está tan presente en nuestra vida cotidiana.

Decidí repasar la definición de “solidaridad” para entender junto a ustedes de qué hablamos cuando decimos lo que decimos. Según la Real Academia Española la solidaridad es la “adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros”. La palabra proviene del latín “solidus” que significa solidario. Etimológicamente tiene una estricta relación con algo sólido, consistente o completo.

Si bien el término habla en sí de una adhesión “circunstancial” a situaciones de otras personas, la procedencia de la palabra hace alusión a cierta composición duradera y maciza asociada a algo compacto. Con lo cual entiendo que es una característica muy valiosa que podemos tener como sociedad si logramos encontrar una meta en común y empatizar con las necesidades colectivas.

Desde mi perspectiva, más allá de acciones puntuales en las que masivamente se hacen campañas de apoyo y todos nos ponemos más sensibles y receptivos a las necesidades de otros, no percibo esa actitud solidaria con los demás en el día a día. Voy a compartirles un par de ejemplos:

En la forma que manejamos quienes tenemos auto o al momento de viajar en transportes públicos, generalmente en ciudades muy concurridas como lo es Buenos Aires, observo un profundo egoísmo para ver quién logra pasar primero, quién llega antes a su destino sin importar las reglas de conducir ni la regla fundamental del respeto por las personas.

En los trabajos existe un compañerismo cotidiano y cordial, pero por momentos se percibe un espíritu competitivo marcadamente negativo, en la relación con nuestros pares y con nuestros jefes. Todos de alguna forma u otra buscan sobresalir pero algunos lo hacen tapando al resto, capaz demostrando inseguridad en sí mismos, a veces no se apoya el crecimiento mutuo que sería más genuino y nutritivo para todos.

Podría seguir mencionando ejemplos pero no quiero aburrir, mi intención es llegar a algo que a mi forma de ver está muy relacionado a la solidaridad y es el concepto de consciencia colectiva. Estas creencias compartidas o actitudes morales que funcionan como una fuerza unificadora dentro de la sociedad.

Aquí está el principal problema en donde entra en juego cierta subjetividad asociada a lo moral, a lo que para uno está bien hacer y para otro está mal. ¿Todas las personas buscamos el bien común? ¿Cuál es el bien común?. Ahí es donde aparece la política, que en su concepción se asocia a la búsqueda de bien común, pero al mismo tiempo es quien muchas veces lamentablemente por mal uso de esas capacidades termina deformando ese concepto y promueve más división que unión, más individualismo en nuestro accionar.

Ahora bien, considero que tendríamos que hacer una autocrítica e intentar trascender eso destructivo que muchas veces se nos impone. Tenemos la oportunidad de entender que nuestra responsabilidad como ciudadanos es mucho más que el simple hecho esporádico de votar y en estos momentos más que nunca requiere de un lugar crítico pero constructivo, consciente y al mismo tiempo activo.

Por eso, mi costado más soñador e “idealista” les puede decir que por momentos creo en ese espíritu colectivo, en ese accionar de los pueblos que luchan por sus derechos. En esa valentía que identificó históricamente a los grandes revolucionarios que lograron cambiar las cosas. Creo que existe la forma de cambiar el comportamiento, de confiar en nosotros mismos y a su vez apoyar el crecimiento de los demás. Esa es una virtud que tenemos cada uno de nosotros al alcance de nuestras manos y a veces no nos damos cuenta. Es un valor que nos identifica y nos va a hacer crecer para el día de mañana tener una sociedad más amorosa y menos odiosa.


®JAM® Seguime en IG: @javimusi para enterarte cuando publico nuevos textos.