La palabra
“libertad” en un sentido amplio y según el diccionario hace referencia a la
capacidad humana de “obrar según la propia voluntad”. En cierta forma lo que
nos está queriendo decir la definición es que, un estado puro de libertad se
logra cuando una persona puede decidir qué hacer y qué no, siguiendo su deseo y
no el que le pueda imponer otra persona en forma coercitiva.
Ahora
bien, todo individuo vive en una sociedad y para ello hay que establecer reglas
de convivencia. Por eso, si nos remontamos a hechos históricos que nos
definieron como sociedad es importante mencionar el concepto de estado de
naturaleza que definió el filósofo Thomas Hobbes en su obra más conocida: “El
Leviatán”.
En pocas
palabras en ese texto cuenta que se acordaron ciertas normas a
partir del siguiente precepto: “los seres humanos acuerdan un contrato social
implícito que les otorga ciertos derechos a cambio de abandonar la libertad de
la que se dispondría en un estado de naturaleza”.
Toda esta
introducción parece necesaria para entender la situación que atravesamos con
una mirada amplia y cotejando no solo las sensaciones momentáneas, sino también
analizando hechos de la historia que nos construyeron como sociedad moderna. En
cierta manera hoy en Argentina y en el mundo nos encontramos viviendo algo
histórico de lo cual hablarán los libros del futuro.
En un
momento en el que el foco de debate son las libertades que nos brinda o no el
gobierno debido al anuncio presidencial de endurecer la cuarentena, se generó nuevamente una fractura en la sociedad porque lo que se pone en juego es un
nuevo contrato entre los ciudadanos y el poder de turno. Este nuevo contrato
nos dice que no podemos salir a la calle (salvo excepciones puntuales) para
“cuidarnos y cuidar a las demás personas”.
Al momento
de escribir estas líneas ya superamos los 100 días desde que se decretó el
aislamiento social, preventivo y obligatorio y en el aire se respira un
ambiente de desgaste emocional, físico y psicológico debido al tiempo
transcurrido y a la necesidad de poder salir a la calle libremente como antes.
En este
contexto uno puede entender a las personas que sienten limitadas sus
libertades, desde un punto de vista estrictamente económico, debido a su
necesidad de salir a trabajar para poder subsistir, con la desesperación que
puede generar ver que su propio emprendimiento, negocio, empresa se caen debido
a la falta de consumo ocasionada porque las personas se encuentran en sus
casas.
Pero, a mi
forma de ver y ante una economía fluctuante como la de Argentina, se puede deducir que en
todas estas decisiones hubo que establecer prioridades. La discusión de fondo
tiene que ver con lo que cada persona entiende como importante para su vida y
para la de los demás y esa es una resolución que en estos momentos está en
manos del estado.
Aquí está
el foco del “problema” y tiene que ver con el rol de estado que cada persona
pretende, si quieren un estado más presente que tome decisiones que puedan
impactar directamente en la vida de las personas o si quieren un estado que
ocupe un rol más pasivo y no se involucre demasiado.
Las
personas estamos entendiendo lo importante que son los vínculos y la necesidad
de poder vernos, pero a la vez uno quiere ver a sus afectos con salud.
Podríamos poner en debate el concepto de salud como algo integral y barajar la
importancia de la salud mental en lo que creo que no se logró trabajar
positivamente, no se brindaron herramientas ni soluciones para atacar ese
factor que afecta en un proceso de aislamiento y sobre todo a las personas de
riesgo como pueden ser los adultos mayores.
Ante la
cantidad de contagios diarios que se encuentra en aumento, las muertes que
proporcionalmente siguen ese mismo camino, creo que tendríamos que re
preguntarnos qué tipo de libertad queremos y a qué precio la queremos. Todos
estamos cansados, sentimos la ausencia de contacto con seres queridos o vimos
nuestras economías afectadas, pero a la vez queremos estar bien y que las demás
personas estén bien también.
Sin dudas,
la medida de endurecer el estado de aislamiento social preventivo y obligatorio,
es restrictiva y arriesgada, pero creo yo, que hay que hacer el ejercicio de
analizar todas las variables y establecer lo que realmente sentimos que es
importante. Reflexionar, dejando de lado los prejuicios que tengamos, teniendo
en cuenta una mirada empática ante todos estos factores que mencionamos y
entendiendo que cada país tiene su particularidad y estamos transitando una
pandemia mundial.
®JAM®
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