La construcción de un nuevo sentido
común que nos permita madurar como sociedad
En épocas de
pandemia, de falta de contacto físico, de relación cara a cara entre las
personas, se ponen en juego nuevas preocupaciones del mundo y a su vez queda
expuesta una brutal búsqueda individualista de salvación debido al ambiente de
"fin del mundo" que se respira.
La discusión
sobre las mejores formas de encarar un virus como el COVID en nuestro país se
acrecentó más a lo largo de los días. La situación de ser uno de los países que
más rápido adoptó la cuarentena pasó de ser un acierto político a un error
garrafal en menos de un mes. En un contexto de catástrofe como este quedan
expuestas, tanto nuestras mayores virtudes como nuestros peores defectos como
sociedad.
El aumento
de la cantidad de contagios, la proximidad del invierno y la posibilidad de un
pico de muertes se ven cercanos y nos encontramos ante un gran desafío que va
más allá del momento que estamos viviendo y que tiene que ver con cuestiones
culturales que nos atraviesan y somos nosotros quienes tenemos la oportunidad
de cambiarlas, más allá de las decisiones políticas que nos puedan condicionar.
Ese desafío
tiene que ver con adquirir una voluntad y una empatía común que trascienda la
situación personal que nos toque vivir, que nos permita un crecimiento a nivel
masivo, que nos permita tener un mismo criterio y nos brinde la seguridad de
defenderlo ante cualquier intención externa de división y fragmentación social.
Madurar como
país tiene que ver con la construcción de un sentido común colectivo que nos
encuentre unidos como sociedad, más allá del uso político partidario, con un
criterio de solidaridad compartido que nos represente y nos permita sostener un
crecimiento en el largo plazo.
3 comentarios:
Me encantoooo amigo
Está buenardo Musi, cortito y al pie.
Muy buena, colega
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