El domingo
pasado y ante un creciente conflicto político y social, Evo Morales – hasta el
momento Presidente de Bolivia – presentó su renuncia y desató diferentes
reacciones en el pueblo boliviano y en el mundo entero.
Por un lado,
están los que dicen que es un golpe de estado ya que su mandato terminaba en
enero y fue forzado a salir por las fuerzas armadas; y por otro los que dicen
que las fuerzas armadas están amparadas en la constitución y pueden obrar para
defender al pueblo de injusticias. En el fondo de todo, el pueblo está
enfrentado entre sí y viviendo una etapa de extrema violencia que solo favorece
a unos pocos.
Lo cierto es
que por cuestiones personales – estoy de novio con una chica de Santa Cruz de
la Sierra- me tocó vivir de cerca esta situación y presenciar la alegría y
emoción de ella al escuchar sobre la renuncia de Evo, vi noticieros y memes con
cargadas hacia el ex presidente durante todo el domingo.
Me tocó estar
también en los festejos por la renuncia de Evo el domingo en el obelisco, donde
se exigía Democracia y se celebraba la salida de Evo al grito de “ ¿Quién se
rinde? Nadie se rinde, ¿Quién se cansa? Nadie se cansa, ¿Evo de nuevo? *¡huevo
carajo!.
*(huevo carajo en bolivia significa algo así como "ni loco").
Festejos a favor de la renuncia de Evo en el Obelisco
Lo viví como espectador y curioso de los movimientos sociales, pero con mucha inquietud por las diferentes posturas radicalizadas que existen en un país que, a lo largo de los últimos 13 años, según el CEPA - Centro de Economía Política Argentina - redujo 25 puntos la pobreza y presenta un 4% de desocupación, siendo el país de Sudamérica con menos desocupación. Osea en definitiva el conflicto no pasa por lo económico, es una crisis más del orden de lo político – institucional.
Hablando con mi
novia y repasando las causas de su enojo con Evo me planteó diferentes cosas
que considera injustas y que motiva su alegría por la renuncia, entre las que
destaca: “su posición con los incendios en el Amazonas", en donde sostiene que "no dejó ingresar ayuda externa”,"falta de escucha de la voluntad popular" al
momento del plebiscito para modificar la constitución y presentarse a
elecciones nuevamente, "cambios por decreto en la constitución boliviana"–
incluida la bandera de Santa Cruz de la Sierra-,"violencia y represión al que
piense diferente" y "fraude en las últimas elecciones presidenciales".
Al otro día y
por motivos de trabajo pasé por la marcha que cuestiona la salida de Morales,
en donde se sostiene la postura de que lo sucedido en Bolivia fue claramente un
golpe de estado por la persecución que recibió el ex mandatario de parte de las
fuerzas armadas y de los grupos de poder más cercanos a la oligarquía comandados
por Luis Fernando Camacho. Los que se manifestaban a favor de Evo cantaban: “
Volvemos a la calle, contra el golpe de estado, al pueblo boliviano lo volvió a
derrotar, volveremos a gritar, será un grito global fachos hijos de yuta, no
vuelven nunca más…”
La cuestión es que,
entre su sentimiento de alegría y emoción, la preocupación de ella por su
familia y mis cuestionamientos internos, me encontré obligado a escribir esta
nota, casi como un desahogo y como una necesidad de reflexionar sobre lo que me
está pasando a mí y sobre lo que está atravesando el pueblo boliviano.
A la vista de
los hechos y de la información que uno maneja lo que ocurrió en Bolivia es un
golpe de estado, una lucha de poder de las clases más altas para mantener y mejorar
sus derechos, acompañada por una parte de la sociedad que siente la injusticia
de un líder que quiere continuar en su cargo aun cuando el pueblo expresó lo
contrario a través del plebiscito; tomando el fraude de las últimas elecciones,
además, como punto de partida para expulsar a Evo de la presidencia antes de
que termine su mandato de manera oficial.
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